domingo, 26 de octubre de 2008
Dos Loquillos
lunes, 20 de octubre de 2008
Caliamaro
Calamaro conquistó a Cali con su pasado glorioso
Por: Luis Fernando Mayolo / Comunidad Elespectador.com
Andrés Calamaro, quien por primera vez visitaba la capital de la salsa, se divirtió como nunca y en una noche que muchos definen como perfecta, tuvo la oportunidad de ser torero, 'tanguero', bailarín y un colombiano más.
Dos horas y media de verdadero idilio tuvo Calamaro con su público en Cali, en una presentación en la que el argentino se sintió como en casa y en la que casi no quiso despedirse. "Dios mio por qué no nací aquí, voy a destruir mi pasaporte", dijo en medio de la euforia.
Todo ello fruto de una conexión muy estrecha con su público, quien le celebró todo, incluso las verónicas que hizo antes de despedirse, al mejor estilo de un gran torero, y que despertó el ole en las graderías.
Aunque muchos no escucharon su canción favorita, el artista hizo todo un viaje por su discografía, iniciando con 'El salmón' y terminando con uno de sus himnos: 'Paloma'.
'Crímenes perfectos','Estadio Azteca', 'Te quiero', 'Me arde', 'Loco' y 'La flaca', tal vez fueron las de mayor aceptación, pero hubo momentos memorables como la presentación de su banda al ritmo del blues,los tangos argentinos propios de sus más recientes álbumes y el homenaje a Bob Marley, de quien intepretó varios acordes de sus canciones.
Con su expresión "Cali,Cali, Cali caliente", Calamaro se despidió, no sin antes abrazarse con cada integrante de la banda, que lo acompaña desde hace más de 15 años.
Temas como 'Dulce condena','La parte de adelante','Mi enfermedad' o 'Mil horas' quedaron para otra ocasión, dejando en algunos un sin sabor.
La gira con la que promociona su disco 'La lengua popular', luego de pasar por Medellín y Cali, sigue su camino ahora en Bogotá, el próximo 21 de octubre, en el Parque Simón Bolivar.
jueves, 16 de octubre de 2008
miércoles, 15 de octubre de 2008
martes, 14 de octubre de 2008
Ándale ándale
No resulta extraño para el célebre músico que, para atacar un concierto en terra incognita, se debe hacer lo que se viere (o suponga) y, dado el caso, se enfundó la casaca nacional y comenzó su programa con icónica mención a Pancho Villa. Secretos no parece haber para quien ya pasa de dos décadas pisando escenarios del continente entero.
Por supuesto, bien distingue a Calamaro que no peca de avaro y, además de sus propias creaciones, entonó algunas de otros reconocidos compositores (Sabina, por ejemplo) y su admirable conjunto de tangos que, así su propósito funcional haya sido permitirle descanso a sus músicos, no sobra quien coloque como sus versiones preferidas (cómo mejorar esa versión de Copa rota, carajo).
Haciendo eco (de nuevo) de la imagen que de Maradona hace Calamaro, no debe ignorar que –lo mismo que aquél– ofrece “alegrías al pueblo”, de modo que la evidencia de su frenético padrón no debió sino reposar de sus frases de agradecimiento, su afán de moverse por el escenario a cada grito que confirmaba el acierto de su provocación.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Habló la lengua popular
Pocas cosas conmueven más a un corazón rockero que un montón de gargantas entonando a coro una melodía inmortal. Y por eso mismo, de entrada hay que decir que la presentación de Andrés Calamaro en el Pepsi Music fue conmovedora: un coro de bastante más de 30 mil personas (¿alguien dijo 40?) canta “Paloma”, en un cierre a esta altura ineludible y para el que no valen ni las razones del marketing (es un tema “de la gente” que nunca fue corte de difusión) ni del formato pop (¡no tiene estribillo!). Imposible evitar la piel de gallina, como en otros momentos no se podía dejar de saltar o sentir admiración por la resurrección de un tipo que, hace apenas cuatro años, estaba seguro de que sus días de Cantante eran cosa del pasado. Ese Lázaro que se plantó vestido a lo Dylan –con la rayita al costado del pantalón negro, las botas y el saco elegante– y empezó a cantar a capella los primeros versos de “El salmón”, no sólo marcó el punto más alto de concurrencia en la historia del festival, sino también el de mayor respuesta emocional en esta edición. Tal vez las razones haya que buscarlas por el lado de que el público no era “festivalero”, sino seguidores de Calamaro que preferían cantar y participar del show a sacar fotos de baja resolución. O, sencillamente, porque el Cantante contagió su energía y, de paso, entregó uno de los mejores conciertos de su historia.