MARIA PÉREZ
BARCELONA.- Reset. Olvide la imagen que tiene de Andrés Calamaro. Olvide sus impertinencias, delirios de grandeza pedantes con la prensa y algunos de sus últimos trabajos. Porque el Andrés Calamaro que ayer en la Sala Razzmatazz se subió al escenario para regocijo del público no fue la versión descafeinada de sí mismo a la que nos tenía acostumbrado en los últimos años, sino la versión pura. La prueba razonable y evidente de por qué hace unos años le otorgaron el título de mejor rockero argentino de todos los tiempos.
Y lo hizo, tal vez, para acallar las voces de los puristas que han sugerido la necesidad de reubicar musicalmente a Calamaro, al que le reprochan su flirteo con otros estilos musicales altamente denostados por ellos –ha llegado a versionar 'Contigo aprendí' de Armando Manzanero-.
O tal vez no. Porque si algo es evidente con 'Andrelo' es que rehúye de los convencionalismos, de los tópicos y formalismos y sobre todo que no se deja arrastrar por la corriente, ni suscribe opiniones por ser ampliamente defendidas. Hace y deshace cuando le viene en gana y, desde luego, no le importa el qué dirán.
Cuando las luces se apagaron, las guitarras eléctricas tomaron un protagonismo del que no se desprendieron en toda la noche. Y ahí estaba Andrés, tras sus inconfundibles gafas y bajo la melena rizada entonando un tema rock potente, 'Los chicos', el tercer single de su último álbum 'La lengua popular' sin ningún tipo de presentación, pero entregado al máximo. La fuerza con la que subió al escenario tiraba por tierra los malos presagios de los presentes, que temían ver a un Calamaro austero y estático que se limitara a interpretar sus temas sin demasiado entusiasmo.
'Bona nit, Barcelona'
"Bona nit, Barcelona; volvemos como siempre con alegría y respeto", espetó en medio de la canción para disfrute de sus fans, que no dejaron de aclamarle y cantar todos sus temas, pese a estar sometidos a una especie de cámara de gas de la que, finalmente, todos salieron más o menos vivos.
Tocó hasta 30 canciones en lo que fue una actuación de dos horas y 20 minutos, haciendo un repaso por todos sus trabajos, desde los exitosos 'Alta Suciedad' y 'Honestidad brutal' hasta el soporífero 'Salmón' y pasando por su último gran trabajo. Por ello, sus seguidores no flaquearon ni un momento pese al calor. Al ritmo de las guitarras, riendo de los comentarios mordaces del 'Che', devolvieron al argentino la fuerza que desprendía en el escenario.
"Qué lástima que sea tarde para celebrar el 50 cumpleaños de Michael Jackson con el culo pegado a la pared", soltó tras 'Elvis está vivo', reuniendo así a dos de los grandes mitos de la música. "Qué pena que no entiendan el humor inglés", apostilló mientras el público reía de nuevo las gracias de un rey que volvía al trono tras un tiempo de decadencia.
Quienes además de vivos, estaban ayer en un lugar privilegiado del público, privados del sudor de las masas, eran Loquillo y Manolo García a los que Calamaro agradeció en reiteradas ocasiones el amor que le profesan casi sin conocerle.
Hasta en tres ocasiones permitió Calamaro a sus fans ver su rostro enjuto. En un arranque de confianza y agradecimiento dejó las gafas a un lado para mirar a cada una de las personas que tenía delante. Estaba pletórico. Se atrevía con todo. Entre canción y canción se arrancaba con temas ajenos –interpretaba con la misma intensidad el 'Everything it's gonna be all right' de Bob Marley que 'Volver' de Carlos Gardel- o incluso improvisaba uno propio, quién sabe si en verdad se trata de alguno de los mil millones que debe tener compuestos.
'Me arde', 'Estadio azteca', 'Te quiero igual', 'Alta suciedad' ... y, por fin, 'Flaca'. Cuando el público creía haber olvidado que su piel había segregado litros de sudor y estaba dispuesto a seguir a Calamaro adonde él les llevara... "Hasta siempre, muchas gracias", dijo a modo de despedida la versión amable de Calamaro, que no dejó de repartir miradas, botellas de agua y flores entre el público.
Pero el rockero volvió para agradecer los vítores de sus fieles. Y, obviando que la segunda aparición es casi obligatoria, sabía que había olvidado uno de sus grandes temas, repertorio en todas sus giras: 'Paloma'. Así que salió al escenario, tocó dos temas, uno de ellos el mítico 'Sin documentos' que lleva el sello de Los Rodríguez, y se despidió definitivamente.
Ahora sí, este es el Calamaro que todos conocíamos.
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